19 abr 2008

Testimonio de Begoña


Hace unos años específicamente el 2004, mi abuelo y quien había sido mi padre enfermó repentinamente de Herpes Zoster enfermedad que dado sus años (91), lo afectó mucho volviendo después de 1 mes a la casa absolutamente dependiente, usando pañales y sin posibilidad de comunicarse, además de alimentarse por sonda. Pasaron los días, meses y años esperando que algo cambiara esa situación, al tiempo se sumo un alzheimer que sólo empeoró la situación. Mi abuela, compañera de toda la vida de mi abuelo, comenzó también a decaer en salud y a presentar problemas cardiacos, ella tenía 90 años. En la familia había sobrinos de mis abuelos con sus familias, los que se alejaron y nunca más nadie se preocupó por ellos. Nos quedamos solas mi madre, única hija, nosotras sus nietas y los bisnietos. Carabineros no visitó a mi abuelo enfermo siendo que era miembro del Circulo de Sub oficiales y dentro de sus funciones estaba la de visitar enfermos de la institución, paradojas de la vida, a el no lo visitó nadie. Siendo este escenario sufrí mucho al ver a mi abuelo, un roble, como lentamente iba apagándose, mi abuela una mujer increíble lloraba constantemente. Varias veces me confundió y me saludó con alegría pensando que era una tía que había dejado de visitarnos. Fue triste estábamos solos. Nadie nos visitaba era como que la peste se nos hubiera pegado y nadie quería el contagio, ya no éramos una familia grata. Hubo muchas cosas que no mencionaré pues son parte de dolores y secretos que todas las familias tenemos, el haber sabido a gritos una verdad que ignoraba me hizo amar más profundamente a quien ya quería tanto, mi abuelo. Fue atroz, el tiempo avanzaba como un cruel tirano y yo sólo pedía más tiempo para estar con él. Fue durísimo me llene de resentimiento, desee lo peor a estos amigos, familia y todo aquél que nos había abandonado y llore demasiado. Fue así como comenzaron mis problemas de salud, dolores extraños que iban y desaparecían, ahogos y presiones en el pecho que me hicieron recurrir al cardiólogo en varias oportunidades, médico que no encontrando nada, dolores musculares que me tiraban a la cama, un peso que no me permitía levantarme, ganas de sólo respirar; y siempre era la misma respuesta no tiene nada. Hasta que un día me tomo un médico me hizo un examen relativo a detectar dolencias en 18 puntos del cuerpo y el diagnóstico fue Fibromialgia, y el clásico “debe acostumbrar a vivir con el dolor”. Mis días iban de mal en peor, no había día que no me sintiera mal, tenía dolores en los hombros, los codos, los pies, el pecho o no me podía levantar. Este escenario se agudizó cuando fallecieron los abuelos mi abuela el 26 Julio de 2005 y mi abuelo el 27 de Junio de 2006, era tan extremo el estado en que me encontraba que decidí salir y hacer algo, comencé a leer mucha literatura acerca de la enfermedad y también de cómo nuestro cuerpo se enferma producto de nuestras angustias. Lo primero que hice fue enfrentar todos mis dolores y mis temores, y partí por sacar de mi corazón la rabia que sentía por todos quienes nos habían abandonado, los perdoné, los amé nuevamente y les desee lo mejor, salud y bienestar. Ese ejercicio lo hice por bastante tiempo y lo continúo practicando, y puedo decir con total certeza que no he vuelto a experimentar dolor alguno. Hoy practico diariamente spinning y me siento cada día mejor, disciplina que tenía absolutamente prohibida de practicar, trabajo con ganas y me dedico 100% a mi familia, he superado el temor de la muerte, hoy la veo como un proceso necesario y recuerdo diariamente a mis abuelos, aleje de mi mente los recuerdos dolorosos y doy fe que todo cambió. Hagan el ejercicio todos los que sufren esta dolencia, mírense al espejo y digan cuanto se aman, se aceptan y se respetan, y hagan este ejercicio de amor con quienes les hayan hecho daño, estoy segura que recordarán el día que leyeron mi experiencia.
Begoña. CHILE.

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